BALAUSTRADA DE UNA MENTE ENFERMA...

martes, 9 de junio de 2015

DIARIO ABSTRACTO: Salvación

Ven. Sálvame de mi mismo.

Enerva mis ánimos con tus necias palabras.
Que tengo ganas de morir por ti.

Dame esperanzas con falsas promesas.
Que mi maldito destino es fallecer en tu jaula.

Calma mi rabia con tus inútiles letanías.
Que me ahogo sin tu pútrido aliento.

Adormece mi ira con tus besos de sequía.
Que no late mi sucio corazón sin tu sangre.

Derrota mis dudas con apestosos perfumes.
Y hiéreme para que llegue al doloroso orgasmo.

Sana mi alma con asquerosos contoneos.
Y lacérame para que jamás te olvide.

Repara mis pesadillas con tus calores malsanos.
Y mutílame para que mi mundo dependa de ti.

Renace mis esparcidas cenizas con tus salmos mentirosos.
Y quiéreme para que pueda odiarte eternamente.

Ven. Maldita. Y sálvame.

viernes, 27 de febrero de 2015

Letanía de Hypno

Venid, pequeños, acercaos.
Felices y seguros os sentiréis. 

Corretead y jugad lejos de casa.
Conmigo os divertiréis.

Por favor, pequeños, no lloréis.
Yo no haría daño ni a una mosca.
Libres sois para disfrutar aquí,
abajo, en mi oscura caverna.

No os retorzáis, mis pequeños.
Se que esas sogas os hacen daño.
Yo siempre os dije la verdad,
pero tristemente os mentí.

No podéis huir, pequeños.
Padres desesperados os buscan.
Y entre sus rotas almas
sus sueños tornaré en pesadillas.

Gritad, mis pequeños, gritad.
Porque esta será vuestra tumba.
Juguemos, riamos y disfrutemos.
Moriréis conmigo para siempre.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Diario Abstracto: Decepciones

Letanías y pálpitos malsanos.
Todo lo que me ofrecéis.
Todo lo que no quiero.

Ni os busco ni os reclamo.
Pero moráis en mi puerta.
Eternamente.

Me prometéis futuros que no están escritos.
Pretendéis que firme con carne y sangre vuestra constantes calumnias.
Reclamáis que os otorgue razones, por ínfimas y vacuas que éstas sean.

Y prefiero desaparecer.
Ser sólo pensamiento.
Y entregar mis vísceras a los gusanos.

Antes que atender vuestras asquerosas peticiones.
Antes que doblegarme a ser un borrego degollado.

Porque mis orgullos son vuestras decepciones.
Porque sé que no soy santo devoto de vuestros estigmas.
Porque mi abrazo a la Muerte será más dulce que todas vuestras míseras Vidas eternas.

Y caéis siempre en el mismo error, en una absurda idolatría.
Y adoráis vacíos. Y ausencias. Y sinrazones.
E inexplicablemente asumís la posesión de la Verdad.
Y residís en un patetismo enfermizo.

Sé que no os importo.
Sabed que no me importáis.
Porque una caja de madera nos espera.
Y esa si que es una certeza inexcusable.

viernes, 19 de abril de 2013

DIARIO ABSTRACTO: Regreso

Sin ganas y sin esfuerzo. Sin nada que decir pero con todo por contar.
Atemorizado por el futuro en un presente aniquilante.

Miro mis manos vacías que ya no claman al cielo y pienso que soy un perdedor.
Y cada doloroso despertar me recuerda que estoy en lo cierto,
que soy el ganador del concurso de mi propia miseria.

No soy lo que fui. Ni por asomo.
Jamás lograré reflejarme en un espejo que ya no existe.

Nunca más se impondrá el impulso al raciocinio.
Y seguiré siendo ese ente triste y arrastrado que a duras penas se sostiene erguido.
Alicaído y torturado. Involucionado.

Incapaz.

De dar forma al mundo a mi alrededor. De superarme. De satisfacer a los demás.
De cobijarme cuando la tormenta arrecia. De reparar el daño que causo.
De vomitar todo el dolor que trago. De alimentar alguna esperanza, aunque sea vana.
De advertir del peligro al que se despeña. De acabar con todo y echarme tierra encima.

Ni siento ni pienso. Mejor así, ignorante de todo. Despreocupado.
Cubiertos los ojos de barro para tropezar mil veces y llegar a la meta el último.
Como siempre.

Y todos tenéis razón.
Soy el deshecho, lo prescindible, la equivocación en la operación aritmética más simple.
Una causa de hilaridad perpetua.

Hastiado del esfuerzo de ser yo mismo, he regresado.
Una obligación innecesaria. Una más. Pero cumpliré con la tarea.
A pesar de todo lo dicho. Sin ganas y sin esfuerzo.

sábado, 28 de mayo de 2011

Maldita Vida

Un error. Y otro. Una eterna sucesión de malas decisiones, de lamentos y lloros sin lágrimas, de ojos vidriosos y cerebro seco como el desierto, de cerrar la inteligencia a una realidad desesperante. Sin futuro, sin aspiraciones, sin valores, sin más freno que el de la misma asquerosa vida adherida a mí como una fina pátina de mugre.

Baladíes los intentos de resurgir, de asomarse sobre el borde de la balsa infecta de los recuerdos, con manos laceradas por los espinos de la cerca de mi avance, de mi salud. Sin ganas de reír, excepto de mi propia envidia, de ese gentío sin rostro que me rodea, al que trato bien, o no trato, pero que me desprecia. Esa humanidad que me zarandea, que me acongoja, que me aprisiona contra sus valores, contra sus riquezas, contra su felicidad. Contra su puta felicidad.

Pero no lo consigo. No soy capaz de alzar mi voz, de protestar, de batir mis alas y escapar. Sólo muero. Lentamente. Ese es mi destino, uno en el que no creo pero que me crucifica, ése que no me espera, que me arrastra, que hace que mi cuerpo se desgarre contra el suelo. Literalmente. Y hace que el suicidio se acerque. Peligrosamente. Y la sangre que llega a mi cerebro es espesa, apelmazada, viscosa, y llena de odio y maldad. Y de despedida.

Y nadie me frena. Y a nadie le importa. Y todos ríen. Y cada vez que lo hacen, todo se rompe en mi interior. Un planeta de bienestar que liba de mi energía, de sus restos, consumida hace ya tanto que apenas recuerdo haberla sentido. Y todo es negro. Y ya ni siquiera el gris es un color.

Pierde el sentido respirar, mirar, escuchar, compartir... vivir. Es como una melodía repetitiva de gestos inermes, de corrientes que te llevan, de acciones involuntarias, un ir y venir sin conciencia, zombie esclavo y necesario para mantener al resto en su armonía, un muñeco prescindible, un títere que, tarde o temprano, se quedará sin cabeza.

Para qué. Existir, sufrir, morir. Mejor acabar cuanto antes. Preferible no ser parte necrófaga de una realidad que no te respeta, que no te acuna, que no te quiere. ¡Qué se adoren entre ellos! Yo ya he tragado bastante porquería, ya he limpiado bastante mierda. Ya estoy harto. De ver vuestras caras relucientes, de vuestras soberbias, de vuestro desdén. Podéis quedároslo. Sólo soy un ávaro sin monedas.

Ni siquiera os merecéis un adiós. Ni siquiera tengo valor para despedirme. Patético.